lunes, 24 de febrero de 2014

Más de 3 millones de burbujas

Hechos que me indignan de la sociedad uruguaya son muchos. Pero lo que viví la semana pasada, sin dudas, superó todas mis expectativas.
A una cuadra de la Jefatura de Policía, a una cuadra de la Intendencia de Montevideo, por la calle San José, mientras me dirigía a la parada de la esquina, a lo lejos, observe un OTTNI (objeto tirado todavía no identificado).
Ya estando a pocos metros pude darme cuenta que se trataba de una persona, no parecía ser una de esas que duermen todas las noches en la calle, sino como que se había desmayado. Llevaba varias bolsas consigo, que estaban en el piso también. Lo que más me llamó la atención fue la manera en la que estaba acostada, atravesando la vereda, totalmente perpendicular al cordón, dejando muy poco lugar para pasar.
Para la gente que circulaba por ahí y para todos los que estaban en la parada de la esquina, era solamente un estorbo. La evitaban, ni siquiera se animaban a mirarla, menos a hablarle.
Mujer acostada en una vereda de Montevideo
Era algo que yo no pude, ni puedo, ni voy a poder concebir nunca. Lo primero que hice fue tocarla, necesitaba saber si estaba bien. Entredormida me contestó que sí y volvió mi tranquilidad, pero yo seguía sintiéndome inútil. Fui a la parada, que estaba a pocos metros, pero no podía dejar de pensar en ella. De las siete "personas" que esperaban su ómnibus en la parada solo una humana, al darse cuenta de la situación, me preguntó si la señora estaba bien.
Empecé a escuchar a las personas que pasaban por ahí, necesitaba saber qué decían, qué pensaban. Una joven le preguntó a otro que la acompañaba: ¿y esta vieja? A los que hacen ese tipo de comentarios los ubico en la categoría cactus, sin sentimientos.
Al parecer, la señora estaba desde esa mañana acostada en el mismo lugar. Estuvieron llamando a la policía (hay que aclarar que están ENFRENTE), pero no pudieron hacer nada. Al parecer la idea era dejarla ahí, sin que comiera ni tomara nada, que pasara frío y sufriera, hasta que fuera necesario llevarla al hospital. 
Es increíble que el hombre sea tan insensible que no le mueva ni un pelo ver a una persona anciana, tirada en la calle, de noche y que no se le ocurra ni siquiera tocarla para ver si está bien. Cada uno vive en su burbuja, de trabajo, estudio o lo que sea. Pero en esa burbuja no entra ni la preocupación por los demás, ni la solidaridad. ¿Qué estamos esperando que pase para cambiar? 

Deberíamos seguir el ejemplo de estos ciudadanos noruegos...


 

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